sábado, 21 de enero de 2012

LA REALIDAD DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN



Todos los medios de comunicación de España pronto prestaron su atención sobre lo ocurrido en la Carrera de San Jerónimo y otros puntos fundamentales como Valencia, donde Milans del Bosch sacó los tanques a la calle apoyando la acción emprendida por Tejero. El protagonismo de los medios fue crucial.

Portadas, contraportadas, páginas impares, titulares más destacados que de costumbre y gran acompañamiento fotográfico son aspectos comunes en casi todos los medios alineados con la Constitución y no tanto en aquellos, como El Alcázar o la prensa nacionalista abertzale vasca, situados en la frontera del sistema, por decirlo de alguna forma.

Cuestionar, dado el contexto de los hechos, la apuesta de los medios, informativamente hablando, por el anuncio de ETA PM, el 28 de febrero, de abandonar la lucha armada. Un seguimiento que me atrevo a calificar como "escaso".


EL PAÍS
El País publicó siete ediciones durante la noche del 23 y fue uno de los primeros medios de comunicación que salió a la calle defendiendo explícitamente la Constitución frente a los golpistas. Ya en la primera, pretende desacreditar la intentona afirmando que el golpe está en vías de fracaso y separando al Ejército en dos colectivos: el minoritario de los sediciosos y el mayoritariamente constitucional. Separación del Ejército que es uno de los temas fundamentales del tratamiento del golpe en los medios, común al resto de los periódicos e hilo conductor del discurso periodísticos a través de los días que sucedieron a los hechos.

Continuando con El País, la intervención pública del Rey en favor de la Constitución y contra el golpismo militar, a la una de la madrugada del día 24, hará que el medio desarrolle con más intensidad los argumentos trazados desde el primer momento, apoyándose sin ningún tapujo en las piezas que perpetúan el sistema, el Rey y la Constitución.

Confirmado el fracaso de la intentona y su solución a través de la negociación con los asaltantes del Congreso, se inicia una nueva fase con continuas llamadas a la unidad, así como al excelente funcionamiento del Estado a la hora de conjurar el peligro. Así, a partir del día 24 todos los elementos se unen contra la amenaza involucionista, por encima de otros temas interesantes como la amplitud de la conspiración, las causas últimas del fracaso, o los detalles del plan.

Llamadas a la unidad primero de mano del Rey, pero que poco a poco la proposición surge, por parte del PSOE, de un gobierno de salvación nacional en el que UCD, PSOE, PCE y AP participen en un ejecutivo sin fisuras. Pese a que UCD rechaza la opción, en ningún momento se niega a la colaboración, al entender que la unidad también es posible a través de la cooperación con el Gobierno sin necesidad de compartir carteras con otros partidos.

Unidad desde todos los ámbitos que pronto se manifiesta en la extraordinaria manifestación popular convocada por las principales fuerzas políticas, y que llenará las calles de Madrid y casi todos los puntos de España el viernes 27 de febrero. Sólo la ambigua actitud actitud del nacionalismo vasco, destaca en periódicos como El Correo Español - El Pueblo Vasco, impide que en las calles de Euskadi los ciudadanos se manifiesten a favor de la Constitución española. En este sentido, El País desarrolla una actitud crítica para con aquellas partes del sistema situadas en una zona fronteriza a medio camino de la democracia y los enemigos que la amenazan: con el silencio del pueblo vasco parecía que Euskadi y Tejero estuvieran de acuerdo. Actitudes en todo caso matizables que para El País no empañan la mayoritaria apuesta del pueblo español por la Democracia y la Constitución, de ahí que ocupen un lugar poco destacado del periódico.

Junto a este discurso de unidad, El País destaca la recuperación del equilibrio a través de un eficaz cumplimiento de las competencias que corresponde a cada parte del sistema. La vida política transcurre normalmente de manera que el nuevo presidente ha tomado ya posesión e inicia una serie de contactos con el resto de las fuerzas políticas y con miembros del Ejército que confirman, desde otro punto de vista, la unidad inquebrantable que caracteriza el momento. Por otra parte, los organismos judiciales están actuando con eficacia, puesto que los presuntos culpables pronto son señalados, encarcelados preventivamente e investigados de cara al consejo de guerra a celebrar, ya que va a ser el propio Ejército el que se autodepura a través de sus organismos judiciales.

Sin duda un tema delicado éste de la autodepuración del Ejército que El País entiende, dejando claro que la necesaria prudencia en un momento tan difícil como el que se vive no puede sacrificar la observación de los principios democráticos que sustentan la labor judicial. Con todo, la eficacia de las piezas que conforman el sistema, unidas en torno a la consolidación del mismo permiten que, poco a poco, la estabilidad vaya recuperándose hasta incluso desarrollar una contraofensiva frente a las nuevas agresiones que ETA militar infringe a la Democracia poco después del golpe fallido.

Comienza de esta forma una nueva fase de la construcción del acontecimiento. Los nuevos atentados de ETA permiten al sistema cargar las tintas sobre uno de los enemigos, el terrorismo etarra (declaraciones de Rodríguez Sahagún: "ETA está buscando el estado de excepción". El País del día 24, p. 19, ) sumiendo en un silencio cada vez mayor a la otra amenaza que se hizo realidad con el golpe, el ejército sedicioso. La actuación de ETA permite unir, aún más, al sistema contra el enemigo común, y además proporcionará la oportunidad de atraerse a la mayoría del Ejército que, si bien ha aceptado la Constitución, sigue herido por la provocación etarra.

Para tranquilizar a un Ejército que recientemente atentó contra el sistema, aunque los medios afirmen que sólo fue una minoría poco significativa, el Gobierno de Calvo Sotelo decide enviar al País Vasco fuerzas militares en funciones de vigilancia (El País del 26, p. 13). Así, ETA sirve para cohesionar aún más al sistema y tranquilizar al Ejército al ser incluido activamente en la lucha contra el terrorismo (El País del 27, p. 17) dentro de la legalidad constitucional. Sin embargo, la estrategia defensiva desarrollada por el sistema fue para muchos un giro involucionista que se concretó en proyectos legales de dudosa constitucionalidad.

Se cierra de esta forma el primer mes donde la incertidumbre introducida por el golpe pronto fue aplastada por El País, que nunca concedió posibilidades de éxito a los sediciosos en base al repliegue en torno a las piezas fundamentales del sistema (Rey, Ejército legal, Constitución) que, sin embargo, actuaron eficazmente en defensa del mismo. Superado el punto de inflexión, siguió ese repliegue hacia el interior manifestado por un decidido proyecto de unidad y colaboración que iba desde propuestas de gobiernos de concentración, a movilizaciones popularees grandiosas.

Junto a estas líneas principales que el medio destaca, cabe hacer especial hincapié en el capítulo que habla de la conspiración. Conspiración que pese a ir saliendo en escena nombres de altos mandos militares, ésta se reduce a un grupo escaso de personas, que parecen haber trazado distintos planes golpistas donde las causas e implicaciones no están claras (portada de El País del día 27), a pesar de que todos esos planes confluyan en uno la noche del 23 de febrero. Las causas de esa confluencia, los detalles, y la profundidad de la conspiración constituyen silencios lógicos, entendiéndose que reflexionar sobre ellos añadiría sólo incertidumbre a un momento ya delicado de por sí. Y mucho más cuando la justicia militar está haciendo su trabajo.

En cualquier caso, El País denota su talante abierto con una línea cuando menos interesante materializada, fundamentalmente, en artículos de opinión y noticias que no aparecen en lugares destacados del periódico. Matices al discurso oficial con una importancia menor, al tratarse de lo que se pueden calificar como tímidas afirmaciones que en ningún momento contradicen las líneas ya definidas.Matices que serán distintos para cada medio, dando lugar a una u otra estrategia.

DIARIO 16
Durante el golpe de Estado del 23 F Diario 16 sacó 5 ediciones especiales.


Cuenta Pedro J. Ramírez, director de Diario 16 cuando el fallido golpe de Estado, en su Carta del Director de El Mundo, de fecha 27 de febrero de 2011, que la prioridad de Diario 16 aquel 23 de Febrero fue disponer de los elementos de juicio para saber cuál era el significado de los hechos, el sentido del teletipo de las "seis y veintitantos" que decía «Tiros en el Congreso». "Los obtuvimos entre las siete y las ocho de la tarde a través del bando de Milans en Valencia, la interrupción de la programación de Radio Nacional para emitir marchas militares y el testimonio de José Luis Gutiérrez y otros compañeros que llegaron de la Carrera de San Jerónimo", asegura Ramírez.

Pedro Jota recuerda que él mismo se puso a teclear entonces un largo editorial titulado `En defensa de la Constitución´, como pieza vertebral de una edición extra que coordinaba ya Justino Sinova. Empezaba diciendo:"Vivimos las horas más amargas y acres de la democracia. A la hora de escribir estas líneas el Gobierno en funciones, el candidato a presidente a punto de ser investido y el Parlamento en pleno permanecen prisioneros de una unidad de la Guardia Civil, cuyo líder amenaza con el advenimiento de una autoridad militar que anule a la establecida".

Y 10 párrafos después concluía: "Es tiempo de fraternidad, tiempo de cogerse del brazo sin distinción de izquierdas y derechas, tiempo de levantar una muralla por la que no pase el caimán. Todos con la Constitución, todos por la democracia, todos a exigir la oportunidad de que Sepharad -la España de Salvador Espríu- pueda seguir viviendo ‘en el trabajo y en la paz, en la difícil y merecida libertad’". "Ahí lo tienen: el consenso, la muralla, el caimán, Espríu… los cuatro palotes de un chico de la generación de la Transición con amor a esa Cataluña que ya no existe", comenta en su Carta del Director.

El hoy director de El Mundo recuerda que tardó una hora en escribirlo en medio de constantes interrupciones. "A las nueve me instalé en el taller donde se estaban montando ya las páginas interiores con el relato sucinto de los hechos. Sobre la marcha decidimos el enfoque de la portada en la que arrancaban tanto el editorial como un texto con pase a la última para acelerar el montaje de las planchas. La hora en que cerramos puede precisarse casi con exactitud leyendo esos párrafos, pues incluyen la nota del Gobierno de Subsecretarios de las 21.30, pero no la que hizo pública la Junta de Jefes de Estado Mayor a las 22.00".

En el gran titular que ocupó media portada, sobre la que resultó ser la primera reproducción impresa de la famosa foto de Tejero, estuvo el enfoque, la apuesta, la «dubitante seguridad» del momento. "Puesto que el Ejecutivo en funciones, según palabras de Pedro J., decía actuar bajo la dirección y autoridad de Su Majestad el Rey, puesto que Pujol acababa de contar que Don Juan Carlos le había dicho «tranquilo, Jordi, tranquilo», puesto que los militares habían desalojado ya Prado del Rey, puesto que ninguna región militar se sumaba a la de Milans, nos pareció que los golpistas no estaban consiguiendo lo que pretendían. Por eso titulamos: `Fracasa el golpe de Estado´ -así, en presente continuo- con unas letras enormes encima de un breve subtítulo: `El Ejecutivo controla la situación a las órdenes directas del Rey´.

Afortunadamente fue una profecía autocumplida, reconoce Pedro J.. Una crónica sobre la cobertura periodística de lo ocurrido, publicada en la página 13 de la edición del día 25 con la firma de Melchor Miralles, establece la secuencia: El País salió a las diez, Diario 16 a las once y media. "Si en base al cierre redaccional ellos hablan ahora de la `edición de las ocho´, la nuestra fue `la de las nueve y media´. Es indiscutible que ellos salieron antes, pero yo creo que nosotros salimos mejor".

La apuesta de Diario 16 quedó acreditada tanto en las imágenes de Gustavo Catalán con la portada de Diario 16 ondeando cual bandera de libertad ante las metralletas que rodeaban el Congreso, como con el propio discurso institucional de Bono en el que se hizo eco de la memoria colectiva, mencionando treinta años después del intento fallido, en febrero de 2011, que aquel titular "cambió el ánimo" de los diputados secuestrados.

EL ALCÁZAR



El diario madrileño El Alcázar siempre estuvo en el punto de mira como posible soporte de ideas sediciosas, no en vano los artículos firmados por el colectivo `Almendros´, impregnados de una evidente filosofía golpista, defendían abiertamente una salida anticonstitucional.
    
Uno de los números que despierta la atención del lector es el correspondiente al domingo 22 de febrero, el día anterior al intento de golpe de Estado. Las dos terceras partes de su portada aparecen ocupadas por una gran fotografía del Congreso de los Diputados, totalmente vacío. Sobre la fotografía, un texto insertado en una gran flecha dirigida al centro del hemiciclo, dice: "Todo dispuesto para la sesión del lunes". A su lado, un titular de gran tamaño: "UCD intensifica su actividad en busca de votos". Al margen del posible doble sentido del titular, se le puede considerar periodísticamente poco afortunado, porque ese día UCD ya no buscaba votos, dado que la investidura por mayoría simple la tenía asegurada el candidato con el número de votos obtenidos en la sesión del viernes anterior. Al pie de la fotografía figura otro texto que pronosticaba que "En cualquier caso, la victoria del señor Calvo Sotelo será inestable".

Especial atención merecen también los tres artículos del colectivo Almendros aparecidos los días 17 de diciembre (`Análisis político del momento militar´), 22 de enero (`La hora de las otras instituciones´) y 1 de febrero (`La decisión del mando supremo´), anteriores al fallido golpe de Estado. Todavía después del último artículo de AImendros se publicaría en primera página uno del teniente general Fernando de Santiago, titulado `Situación límite´, que despertó gran preocupación en el Gobierno. En él, junto a afirmaciones descalificadoras del sistema ("Los partiso políticos no representan al pueblo en estos momentos"), otras prejuzgan la necesidad de una solución salvadora ("Hay que salvar a España si tenemos conciencia de españoles y creyentes").

Aunque los planteamientos de Fernando de Santiago tienen coincidencias con el contenido de los artículos de Almendros (tales como la descalificación de los partidos; él llama "situación límite" a lo que Almendros califica de "punto crítico de no retorno"; ambos estiman que se asiste a la descomposición de España), los artículos de Almendros parecen respondera un planteamiento más elaborado, tanto en el plano político como en el formal; cada artículo supone un paso más en lo que se adivina como una estrategia perfectamente planteada.


Se desconoce la identidad de las personas que formaron el colectivo Almendros, aunque hay fundadas sospechas de que se trata de una mixtura civil-militar en la que pudieran estar presentes personalidades políticas a la derecha de Alianza Popular, que jugaron relevantes papeles en el franquismo e incluso en la reforma pretendida por Arias Navarro. No se descarta incluso la inspiración de alguien que haya participado en el proceso de la ley de Reforma Política que desembocó en el referendo del 15 de diciembre de 1976. Existe, en este sentido, un párrafo muy significativo en el segundo artículo de Almendros. Refiriéndose a aquel referendo, se afirma: "Fue aquella convocatoria la que mayor entusiasmo suscitó entre los españoles. Y precisamente en aquella oportunidad (lo que no deja de ser sintomático) se pronunciaron en contra los políticos que presumen de su mayor pedigrí democrático".

La primera de las entregas de Almendros, la del 17 de diciembre de 1980, se limita casi exclusivamente a la descalificación del poder ejecutivo y a afirmar la "innegable unidad de los cuadros de las Fuerzas Armadas, que a diario se refuerza» en virtud de que, «al parecer, se ha superado la inicial perplejidad que les supuso la transición política". A la vez que se diagnostica la sintonización de las Fuerzas Armadas con los sentimientos populares, se estima que "nos encontramos ante la evidencia de que quien no sintoniza con los citados cuadros es el Gobierno". La "degradación de la situación española" se presenta como dramática y se concluye afirmando, que "en la calle está firmemente instalada la urgencia de una solución correctora que permita regenerar la situación".

El segundo artículo, fechado el 22 de enero de 1981, entra en detalles sobre cuál ha de ser la solución correctora. El título del artículo es de por sí elocuente: `La hora de las otras instituciones´. De la descalificación del Gobierno, ahora se pasa a descalificar al Parlamento, a la clase política y a la Constitución. "El ensayo democrático ha fracasado", "la Constitución no funciona" y "esta clase política ha demostrado carecer de suficiente categoría moral, necesaria para reconocer sus errores", afirma Almendros.

El tercer y último artículo, el del 1 de febrero de 1981, es continuación lógica de los dos anteriores, ya que especifica cuáles son las instituciones llamadas a dar "el golpe de timón" y cómo debe ser el "nuevo y distinto Gobierno". Se adelanta Almendros a rechazar la solución tantas veces apuntada de un Gobierno de coalición, por estimarlo un paso innecesario, ya que "a corto plazo instauraría la oportunidad para una legítima intervención de las Fuerzas Armadas".

EL CORREO
Como ya se ha dicho, excepto El Alcázar, que fue secuestrado por orden de Francisco Laína, quien era director general de Seguridad en 1981 y ejerció como presidente del Gobierno mientras los diputados estuvieron secuestrados, la totalidad de los periódicos se pusieron al lado del Gobierno y de la Constitución. Algo que no fue diferente para El Correo y para ABC, éste con más protagonismo hacia el Rey que el primero dada la tradición monárquica que le precede, sin olvidarnos de sus escarceos con el franquismo en años anteriores.

El Correo del día 24 abrió su edición con el titular a cinco columnas `Fallido golpe de Estado´ y dos imágenes, de Tejero desde el estrado pistola en mano y el forcejeo de Gutiérrez Mellado, compartiendo portada, a diferencia de los medios nacionales, con una información sobre ETA en la que la banda terrorista hace públicas sus exigencias para la liberación de los tres cónsules secuestrados, y la despedida de Tarancón como presidente de los obispos españoles.
El tratamiento del diario vasco no es tan amplio como cabría esperarse, dada la magnitud del acontecimiento (lo desarrolla en 6 páginas), y sorprende que en algunas páginas, como en el cintillo que homogeniza a partir de la página 21, se hable de “incidente”.

El Correo, que recurre en casi todas sus ediciones a su sección de última hora, tira mucho de información de agencias para contextualizar los hechos, queriendo transmitir una sensación de normalidad pese a la inclusión de textos en los que se habla (periódico del día 24, p. 24), de que las características más destacables detectadas en los ambientes políticos del País Vasco fueron de “inquietud, tensión e incertidumbre”, después de que se empezaran a difundir las primeras noticias “alarmantes” sobre la ocupación del Congreso.
Sí hace un repaso por las sedes del Gobierno Vasco, de HB… trasladando siempre una imagen de completa normalidad y vuelta a la calma que se pone de manifiesto en los días siguientes, con amplia información en un cuadernillo central de veinte páginas (día 25) en la que ya se habla de las primeras detenciones y se manifiesta la posición de El Correo en su editorial `Con la democracia y la legalidad´, además de flotar un sentimiento de inmensa gratitud hacia el Rey, admiración hacia Suárez y sobre todo hacia Gutiérrez Mellado.

Igual que El País o ABC, El Correo, a través de articulistas como José Miguel de Azaola, hace un llamamiento a limpiar el Ejército y la Policía de elementos “poco adictos” a la Constitución y a que ETA deje de hacer “estragos” y recibir apoyos.

A partir del día 26 se produce un giro, con la constante de los elogios al Rey y a las Fuerzas Armadas, mediante una apuesta más insistente por la vuelta a la normalidad, avalada por la elección de Calvo Sotelo como presidente del Gobierno y la convocatoria de una manifestación de las fuerzas políticas por la libertad, la democracia y en defensa de las instituciones.

Significativo cuando menos las referencias del diario al despegue de los partidos nacionalistas con respecto al proceso democrático del conjunto del Estado español (Tribuna Abierta del 4 de marzo a cargo de Jesús Montero y Félix del Cura.

Por primera vez, es en el número del 8 de marzo donde no hay ninguna referencia al 23 F en portada.

Informaciones en torno a los mismos asuntos tratados por el resto de los medios, tanto nacionales como regionales y provinciales, completados en el caso de El Correo con el humor a cargo de Del Olmo y Forges, las crónicas día sí, día también, de Pilar Cernuda, Pilar Urbano y Antxón Sarasqueta, las referencias al desarrollo autonómico del País Vasco (dejando claro que el intento de golpe no afectará al proceso), a ETA, a la posición de la iglesia tras los sucesos, y ataques al PNV por su actitud en torno a la manifestación en defensa de la libertad.

ABC
En primer lugar, referirse al formato conocido como de cuarto del diario, dejando toda la información gráfica para su huecograbado.

El esquema del diario no difiere al del resto de los medios posicionados a favor del Rey y al lado de la Constitución salvo, quizás, en la rotundidad de algunas de sus informaciones y editoriales; condena de lo ocurrido, llamamientos a la normalidad y calificativos como “desequilibrados” completan el periódico del 24 de febrero, en cuyo huecograbado se ofrece un amplio reportaje gráfico con imágenes de los redactores gráficos de EFE Manuel Pérez Barriopedro y Manuel Hernández de León.

ABC, más que cualquier otro medio, elogia a la prensa y reconoce el “excepcional” documento televisivo de TVE sobre el asalto al Congreso (huecograbado del día 25), aunque también arremete contra ésta el sábado 28, p. 10 (Opinión), “por demostrar día a día una profunda incapacidad informativa, por no seguir en directo los acontecimientos de los últimos días”. Con respecto a esta última información, ABC sí valora lo hecho por las emisoras de radio.

Exalta en muchas de sus informaciones la “suprema intervención” y “virtualidad” del Rey (Candido, p. 12 del día 25), destaca la obediencia de los más altos jefes del Ejército al cumplir lo que ordenó su jefe, rechaza incurrir en extremismos, advierte de que la Constitución no está consolidada y la democracia todavía a falta de construirse (Opinión día 25), elogia la calma del pueblo ante los hechos y deja clara su postura negativa a un gobierno de coalición de UCD con el PSOE (ideología contraria, partidaria de renuncias a favor de Calvo Sotelo), además de abogar, superando las diferencias, por un pacto de colaboración a favor de la defensa de la Democracia y de la Constitución y exigir la depuración de los elementos fascistas del Ejército (p. 31 del jueves 26 de febrero).

El periódico, que exige al Gobierno y diputados explicaciones en torno a lo sucedido, se muestra especialmente crítico con la “mediocridad” de los servicios de información por no haber previsto “algo tan grave” y por la “torpeza con que toda la nación trató la historia de Galaxia”, en el origen de lo ocurrido (p. 10 del día 25).

El sábado 28 se vuelca informando sobre las manifestaciones que recorrieron España a favor de la libertad, la Democracia y la Constitución (dos fotos en portada completan la información sobre la marcha que recorrió Madrid, “no contra las Fuerzas Armadas, ni contra los Cuerpos de Seguridad del Estado, sino contra los que hacía unos días habían creado la mayor inseguridad de la reciente historia de España” (editorial en p. 10 del sábado 28). Habla de los abandonos de PSOE y PCE en el País Vasco, donde alude a los gritos de grupos abertzales a favor de ETA y destaca que no pudieron concluir las manifestaciones de Bilbao y San Sebastián.

Destacar, por la ideología del medio, la información de la p. 24, del mismo 28 de febrero, sobre la sesión del Gobierno Vasco analizando la Ley de Territorios Históricos y no tratando el asalto al Congreso.


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