viernes, 20 de enero de 2012

23 F, LOS HECHOS QUE NADIE DISCUTE


Es muy posible que el esclarecimiento del 23 F nunca se resuelva, pero lo que sí es cierto, y en esto no hay discusión, es en dibujar el contexto político, social y económico en el que se produjo el intento golpista.

El enrarecido ambiente en buena parte de los cuarteles y sectores de la derecha franquista por los atentados y secuestros de ETA (la ofensiva terrorista arreciaba: en 1980 fueron asesinadas 124 personas, 92 de ellas a manos de etarras), la incertidumbre del modelo autonómico, la crisis económica y las cifras de paro, así como la percepción de que el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y una ya dividida UCD no controlaban la situación, perfilan un escenario con un Ejército plagado de franquistas, a falta de reformas profundas, que no sólo condicionó todo el contexto de la transición, sino también el resultado final de la Constitución de 1978.

Es evidente que desde hacía meses estaba en marcha una operación de acoso y derribo de Adolfo Suárez desde varios frentes. Por un lado, hubo varios golpes preparados para desalojarlo del poder por la fuerza, protagonizados por quienes se habían opuesto a la democracia desde el primer momento. En el ámbito de la lucha política, tanto la labor de oposición radical socialista como la de algunos `barones´ de la UCD (a pesar de haber llevado a esta coalición heterogénea de democristianos, liberales, socialdemócratas y `azules´ a dos victorias electorales, en 1977 y 1979), le venían sometiendo a un desgaste implacable, los primeros con el principal objetivo de ocupar el poder en las siguientes elecciones, como así ocurrió a finales de 1982.

Por otra parte, destacar la existencia de una opinión favorable en algunos medios políticos y militares, pero también apoyada por el Rey, a la sustitución del gobierno Suárez por un gobierno de concentración presidido por un militar. Sustitución que podía hacerse a través de cauces constitucionales, aunque tuviera una legitimidad política dudosa, pero que quedó aparcada por la dimisión de Suárez a finales de enero de 1981, para que la democracia no fuera de nuevo “un paréntesis en la historia de España”, como él mismo explicó dos días después de su dimisión. Gobierno de concentración, de salvación nacional o de gestión, del que se hablaba desde las filas de la propia UCD y también en el PSOE, que abordara los gravísimos problemas que tenía el país. Una de las posibilidades fue la bautizada como `Operación De Gaulle´, es decir formar un gabinete de coalición presidido por un general. El 22 de octubre de 1980 se celebró una comida en Lérida en la que participaron los socialistas Enrique Múgica y Joan Raventós y Alfonso Armada. Hay muchas versiones de lo que allí sucedió, desde quienes aseguran que Múgica dio la aprobación del PSOE a un gobierno presidido por Armada, a quienes lo niegan.

Al hilo de lo expuesto, cabe referirse a la novela de Javier Cercas `Anatomía de un instante´, muy crítica con la postura que adoptó el Rey en los momentos previos al golpe de Estado. Para Cercas, el monarca hizo cosas que no debería haber hecho. En cualquier caso, el autor ha deja siempre claro no sólo que la leyenda de que el Rey montó el Golpe de Estado es falsa y que éste lo paró porque era el único que podía hacerlo, sino que su comportamiento previo no fue ejemplar. "Se equivocó y se la jugó", aseguró en una entrevista en Telecinco. Cercas considera que fue el empeño de echar a Suárez de la Presidencia del país lo que alentó el golpe. En su opinión, el problema residió en que "para echar a Suárez pusieron en peligro la democracia".

SOMBRAS Y CONSECUENCIAS
Entre las sombras que quedan del fenómeno, y es muy posible que nunca se despejen, están los apoyos militares operativos a la iniciativa final de Tejero de asaltar el Congreso, el papel del Cesid en el fallido golpe, las personas de la trama civil del golpe (empresarios, banqueros, periodistas... sólolo fue condenado García Carrés, un ex dirigente de los sindicatos verticales franquistas), el conocimiento pormenorizado del organigrama de las tramas golpistas en marcha, así como el papel de la propia Monarquía en las horas que van del golpe a la intervención televisiva que lo condena.

Como consecuencias del fracasado golpe, siguiendo los análisis realizados por el catedrático de Ciencia Política Ferrán Requejo, apuntar el reforzamiento de la Monarquía como institución en términos democráticos (adquiere una legitimación que no tenía por su origen franquista), la reconducción del tema autonómico hacia premisas más uniformistas y homogeneizadoras por parte de los dos partidos mayoritarios españoles, el desprestigio definitivo de las fuerzas de extrema derecha y los sectores ultras del Ejército, ambos nostálgicos del franquismo, la necesidad de proceder desde el Gobierno a una reforma del propio Ejército (política realizada en años posteriores sobre todo con Serra), y la contribución a la precipitación de la crisis interna de la UCD, que impidió la consolidación de un partido centrista mayoritario.


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